Tomado de El Maestro. Edi. Vida.
Título: El Juicio Venidero
Trasfondo Bíblico (Juan 12:44-50; Romanos 2:1-16; Apocalipsis 20:11-15)
Verdad central: No hay temor del juicio venidero para los que viven en Jesucristo.
Texto Áureo: "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio." Hebreos 9:27
Objetivos
1. Entender que el juicio de Dios contra los que persisten en pecar es seguro y eterno.
2. Apreciar la sangre de Jesús
Bosquejo
I. Los principios del juicio de Dios
A. Según la verdad
B. Culpa acumulada
C. Según sus obras
D. Sin acepción de personas
E. Según los secretos del corazón del hombre
F. Según los principios del evangelio
II. El juicio final
A. No habrá una segunda oportunidad
B. El gran trono blanco
III. Librados del juicio
A. Jesús es luz y salvación
B. Juzgados según las palabras de Jesús
Introducción
La idea de un día de juicio no es muy popular. Zoroastro en el sexto siglo a.C. enseñó a los persas una religión que era muy sencilla. Decía que habría un día de juicio en que todos pasarían por un río de fuego. Si las buenas acciones de una persona eran más que sus malas acciones, sería como leche tibia. De otra forma los quemaría, pero todas las personas, incluso los impíos, serían salvos. Otras religiones orientales ya evitaban un día de juicio por completo al enseñar la reencarnación. Su meta era dejar de existir como persona con el tiempo. Las malas acciones en este sistema pueden castigarse con el renacimiento a una forma de vida más baja.
Está establecido para los hombres que mueran una sola vez. Todos vendrán ante el trono de gloria de Cristo o el juicio del gran trono blanco. Los inconversos que tratan de evitar la verdad de la Biblia se enfrentarán al juicio de Dios sin ninguna esperanza de misericordia. Sin embargo, no hay necesidad de temer el juicio si uno cree en Jesucristo.
Comentario Bíblico
I. Los principios del juicio de Dios (Romanos 2:1-16)
A. Según la verdad
Los primeros tres capítulos de la carta de Pablo a los romanos primero revelan que todos necesitan el evangelio. El evangelio es "poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego" (Romanos 1:16). También muestra que los gentiles necesitan el evangelio porque una vez conocieron a Dios pero rehusaron adorarlo. Se exaltaron a si mismos, y luego empezaron a fabricar ídolos que podían manipular para hacer su propia voluntad. La consecuencia fue no sólo la idolatría sino la inmoralidad. Dios los entregó a su pecado, permitiendo que los resultados de su pecado trajeran parte de su juicio en forma de tristeza y sufrimiento, esperando que les hiciera reconocer su necesidad de salvación.
Pregunta: ¿Qué advertencia da Pablo a los que con una actitud de justicia propia se sienten tentados a juzgar a otros?
Los pecados de aquellos que se alejan de Dios merecen ser juzgados, pero Pablo advierte contra cualquier actitud de querer establecer la propia justicia. Muchas personas son prontas para condenar y criticar a otros cuando no tienen derecho de hacerlo, porque también son culpables de las mismas cosas o la misma clase de cosas. Se condenan a sí mismas en realidad. Sólo Dios es absolutamente justo y tiene el derecho de juzgar. El capítulo 2 de Romanos agrega los principios por los cuales Dios juzga.
Pregunta: ¿Cuál es el primer principio de juicio que Pablo expone aquí?
Al establecer el primer principio. Pablo dijo: "Mas sabemos que el juicio de Dios... es según verdad" (versículo 2). Es decir. Pablo y todos los que conocían las Escrituras del Antiguo Testamento podían testificar que Dios siempre juzga según la verdad. El siempre sabe cuál es la verdad. El no tiene que depender de apariencias extremas, evidencia circunstancial, testimonios parciales, ni de ninguna otra cosa de la que dependen los jueces humanos. El conoce el corazón, los deseos, las intenciones y los pensamientos de cada persona. Así que ninguna mentira ni testimonio falso puede convencerlo. Dios juzga según la verdad.
B. Culpa acumulada
El profeta Nahúm declaró: "Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable" (Nahúm 1:3). El hecho que Dios es paciente y no juzga inmediatamente no es un signo de debilidad. El es grande en poder, y los que se rebelan no escaparán de su juicio. Sin embargo. Dios no desea que ninguno perezca. Su voluntad se expresa en Juan 3:16. El quiere que todos vengan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Los que critican a otros pero no abandonan su propio pecado muestran desprecio por las riquezas de la benignidad y bondad de Dios. No pueden ver que la paciencia de Dios es para darles la oportunidad de cambiar de parecer y actitud hacia Dios y la nueva vida que El provee por medio de Cristo.
Pregunta: Cuando las personas rehúsan arrepentirse, ¿cuál es el resultado descrito en Romanos 2:5?
Al rechazar el arrepentimiento y no dejar sus pecados, los inconversos acumulan la ira que será manifestada contra ellos en el día de la ira de Dios (Romanos 2:5). Entonces todos verán que Dios es justo, y será claro que ellos merecen la ira y el juicio de Dios. En ese día será demasiado tarde para cambiar; no habrá escape. Para los pecadores será un día de tinieblas, como predijeron tantas veces los profetas del Antiguo Testamento (Ezequiel 30:3; Joel 2:1,2; Amos 5:18).
C. Según sus obras
Pregunta: Ya que somos salvos por la gracia, ¿qué importancia tienen las buenas obras?
Dios "pagará a cada uno conforme a sus obras" (Romanos 2:6). Aunque el hombre no es salvo por sus obra (Efesios 2:8,9), es verdad que los creyentes y los inconversos serán juzgados por sus obras. Todo creyente estará de pie delante del tribunal de Cristo y dará cuenta de si mismo a Dios (Romanos 14:10-12). Allí el creyente recibirá "según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10; compare 1 Corintios 3:13-15). Luego, después del milenio, los inconversos aparecerán ante al gran trono blanco y serán juzgados según lo que hayan hecho (Apocalipsis 20:12).
Por supuesto que nadie ha vivido una vida perfecta a excepción de Jesucristo (Romanos 3:10,23; Hebreos 4:14,15), pero todo el Nuevo Testamento nos anima a evitar el pecado. Somos "creados en Cristo Jesús para buenas obras" (Efesios 2:10). Con la ayuda del Espíritu Santo y la dirección de la Palabra escrita de Dios, podemos hacer lo que sea agradable a Dios. La Biblia constantemente nos anima a estar "creciendo en la obra del Señor siempre" (1 Corintios 15:58) y "para toda buena obra" (2 Corintios 9:8). Así que el juicio justo de Dios dará "vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad" (Romanos 2:7). En verdad ellos recibirán gloria, honra, y paz (versículo 10). Por otro lado, los que rechazan la verdad del evangelio y la dirección de la Palabra de Dios y en vez de eso hacen el mal, no podrán escaparse de la ira y el juicio de Dios.
D. Sin acepción de personas
Pregunta; Al escoger a los judíos como su pueblo del pacto, ¿contradice Dios su imparcialidad?
La selección de los judíos como su pueblo no significa que Dios trató sus pecados más ligeramente que los de los gentiles. Fueron escogidos, no para recibir favores especiales que nadie más podía tener, sino para servir a Dios y preparar el camino para el cumplimiento de la promesa de Dios de bendecir a todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). Y como Dios se había revelado a los judíos en forma especial, ellos podían ser juzgados por sus pecados aun antes que los gentiles (Amos 3:2; Romanos 2:9). O podían ser los primeros en recibir gloria, honra, y paz (Romanos 2:10).
Una y otra vez la Biblia declara que Dios no es parcial en sus juicios. "Porque no hay acepción de personas para con Dios," escribió Pablo en Romanos 2:11. Es evidente por eso que nadie que continúe en pecado, no importa cual sea su experiencia pasada, podrá participar en las glorias que han de venir.
E. Según los secretos del corazón del hombre
En Romanos 2:16 vemos de nuevo que el juicio de Dios no será conforme a apariencias extremas. "Los secretos" aquí significa las cosas ocultas, los pensamientos, planes y propósitos secretos. Dios sabe lo que realmente queremos y lo que nos gusta, no importa cómo tratamos de ocultar la verdad. La vida está abierta delante de El. No hay nada en toda la creación que esté oculto de los ojos de Dios. "Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hebreos 4:13), pero el propósito de Dios al decimos esto es animamos a confiar en nuestro gran Sumo Sacerdote, Jesús, y que "retengamos nuestra profesión" acercándonos "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:14,16).
F. Según los principios del evangelio
Pablo también dijo en Romanos 2:16 que el juicio sería por Jesucristo, "conforme a mi evangelio"; es decir, conforme al evangelio que Pablo predicó, el mismo evangelio del Nuevo Testamento, que es el único verdadero (Calatas 1:8,9). Nadie podrá disculparse por ser ignorante del evangelio, porque Dios mandó a su Hijo. El ha hecho su parte. Así que Jesucristo juzgará según los principios que encontramos en la Palabra escrita.
II. El juicio final (Hebreos 9:27; Apocalipsis 20:11-15)
A. No habrá una segunda oportunidad
Pregunta: ¿Podemos cambiar nuestra condición ante Dios después de la muerte?
Hebreos 9:27 nos recuerda que los seres humanos sufren muerte física sólo una vez. No hay segunda oportunidad de salvación después de la muerte, no hay nuevas oportunidades para arrepentimiento. Tampoco hay tal cosa como la reencarnación que daría a la gente otra oportunidad para compensar por sus pecados, errores, o fracasos en esta vida.
Ningún pecador puede compensar por sus pecados. No importa cuánto uno trate, siempre cometerá errores. Sólo hay un modo de ser limpio de los pecados pasados y es por la preciosa sangre de Jesús. Su sangre nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).
En su Palabra, Dios promete la resurrección al creyente, no la reencarnación. Cuando resucitemos para encontramos con Jesús en el aire seremos cambiados. El cuerpo será inmortal e incorruptible, aún con la misma identidad personal. En el monte de la Transfiguración Elías y Mises aún eran las mismas personas de antes; no volvieron con diferentes identidades. Cuando Jesús resucitó de los muertos, era el mismo Jesús. Cuando regrese-será el mismo Jesús que ascendió al cielo (Hechos 1:11).
B. El gran trono blanco
Los que tienen parte en la primera resurrección, es decir, los que viven porque Jesús vive, tendrán un nuevo cuerpo apto para la tierra y el cielo y estarán siempre con el Señor. A causa de su fe, los acontecimientos del juicio final no los afectarán.
Pregunta: ¿Quién estará de pie ante Dios en el gran: trono blanco?
El resto de los muertos mencionados en Apocalipsis 20:5 resucitarán con alguna clase de cuerpo. Aparecerán ante Dios en el gran trono blanco para el juicio final descrito en los versículos 11-15. Ninguno de ellos escapará, aunque fueran pequeños e insignificantes en la vida, o grandes y poderosos.
El trono es de Dios. Mas el que veremos en medio del trono, según Apocalipsis capítulo 5, es el glorificado Rey de reyes, nuestro Señor Jesucristo. El Padre le ha sometido todo juicio a El (Juan 5:22,23).
Son tan grandes la gloria y el fuego de juicio divino que ni el presente universo físico podrá resistir la asombrosa presencia de Dios. El universo se ha contaminado por la caída de Adán y los pecados de la humanidad. Huirá y no se hallará lugar para él. Aunque existen varias interpretaciones, es evidente que Dios de alguna forma hará "cielo nuevo y una tierra nueva" como vio Juan en Apocalipsis 21:1.
En el gran trono blanco los libros serán abiertos y los impíos serán juzgados por el registro escrito de sus obras (Apocalipsis 20:12). Estas obras incluyen rechazar a Cristo y seguir a Satanás. El libro de la vida también será abierto, probablemente como un testimonio de que sus nombres no están allí. Ellos compartirán la sentencia de Satanás y serán lanzados al lago de fuego para siempre el cual será excluido de toda la nueva creación. Los impíos serán separados para siempre de la comunión con Dios y las bendiciones de la nueva Jerusalén que todos los creyentes recibirán.
III. Librado del juicio (Juan 12:44-50)
A. Jesús es luz y salvación
Nadie que cree en El necesita quedarse en la oscuridad y esclavitud del pecado y Satanás. Jesús, en su primera venida, no juzgó ni condenó al mundo.
Su propósito fue salvar al mundo. En la entrada triunfal Jesús cumplió la profecía de Zacarías 9:9. El vino como el Rey humilde, no sólo trayendo salvación, sino como lo indica el idioma hebreo, "siendo" la salvación. En esto El estaba cumpliendo el mandato del Padre que es dar vida eterna.
Si seguimos en la luz tenemos comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo Juan 1:3). Así no entramos en la oscuridad, y nunca tenemos que temer la eterna oscuridad extrema del lago de fuego.
B. Juzgados según las palabras de Jesús
Aunque en su primera venida el propósito de Jesús fue salvar y no juzgar, aún tiene que haber un día de juicio. Los que rechazan las palabras de Jesús como se registran en el Nuevo Testamento serán juzgados por esas mismas palabras (Juan 12:48). El hombre no puede permitirse ignorar o desatender las palabras de Jesús porque eso significa rechazarlo.
Aplicación
Aceptar las palabras de Jesús significa más que aceptar su verdad histórica, aunque eso es importante. Significa más que su aceptación mental, aunque eso también es importante. Significa obedecerlas, y tomar una cruz de obediencia a la voluntad del Padre Celestial.
También significa más que sólo prestar atención a las palabras en rojo en algunas Biblias. Porque las mismas palabras de Jesús muestran que El enseñaba la verdad del Antiguo Testamento y que comisionó a sus discípulos, y así garantizó la verdad de la Biblia entera. Después de su resurrección Jesús encontró a los dos discípulos en el camino de Emaús. "Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían" (Lucas 24:27). En Jerusalén iluminó la mente de los apóstoles y otros que estaban reunidos para que también pudieran entender las Escrituras (Lucas 24:44,45).
Debemos recordar que viene un día de juicio, justicia y de rendir cuentas, pero si seguimos en la luz de Cristo y obedecemos su Palabra escrita, no tenemos que temer. Le oiremos decir, "Bien, buen siervo y fiel" (Mateo 25:21).