LA MAJESTAD DEL CREADOR


Truena el Dios de gloria… sobre las muchas aguas.
Salmo 29:3.

Habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas…
Entonces claman al Señor en su angustia, y los libra de sus aflicciones…
así los guía al puerto que deseaban.
Salmo 107:25-30.






Dios nos habla


Durante una conferencia, un especialista en la historia de los grandes exploradores presentó una película realizada para reconstituir el viaje de Magallanes, quien descubrió en 1520 el paso entre el extremo sur de América y la Tierra del Fuego. Los marineros que participaron en esa reconstitución utilizaron una replica de la carabela de Magallanes.

Cuando este barco llegó al célebre estrecho, los viajeros quedaron estupefactos ante el grandioso espectáculo de las agitadas olas estrellándose contra las rocas con un terrorífico estrépito.

El conferenciante comentó: –Cuando un esquife tan frágil pasa en semejante lugar y está rodeado de tales fenómenos naturales, en ese momento todos los hombres creen en Dios.

Esta reflexión no sorprende, porque ¿qué puede hacer un hombre frente a los elementos desencadenados? Comprende su infinita pequeñez y la majestad del Creador. Pero, ¿saca de ello toda la enseñanza que ofrece? ¿Es normal clamar a Dios sólo en el momento del peligro, para olvidarse de él en seguida y llamarle únicamente en las desgracias y en las situaciones sin salida? ¿Qué pensar de la actitud de un hombre que ha sido librado de una muerte segura, mediante la valentía de un salvador, y que luego pasa al lado de él sin saludarlo?


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