QUE PASE EL TREN


QUE PASE EL TREN




En Oklahoma, vivia Jonathan Griffi con su familia, pero después de un

tiempo de estar batallando porque no había ya que comer, y ver el campo

que se negaba a producir tras una fuerte sequía, finalmente decidió irse

junto con su familia en busca de mejores lugares. Asi fue como llegó a

Missouri, donde consiguió el empleo de operador del puente elevadizo del

rio Misisippi; su trabajo consistía en elevarlo para que pasaran las

grandes embarcaciones navieras y bajarlo para que cruzara el ferrocarril.

Un jueves, llevó a su único hijo Jonathan de ocho años, y emocionado, le

enseñaba el lugar donde trabajaba, la maquinaria... En esos momentos,

tuvo que levantar el puente porque se aproximaba un gran navío, y tomando

a su hijo, caminaron sobre el puente. Mientras el comentaba historias

sobre viajes a lugares distantes, de repente escuchó el silbato de la

locomotora, mirando su reloj, comprendió que se había olvidado del paso

del tren, corrio con desesperación a accionar la palanca, para que

bajara el puente, pero se detuvo: Vió con amargura que su hijo había

caído entre los engranajes del levadizo y estaba atorado...

Pensó "Si acciono la palanca, mi hijo morirá desecho por los engranes,

y si voy a rescatarlo, sé que lo libraré, pero entonces los más de 400

pasajeros que van en el tren morirán..." No tenía tiempo más que para

una sola decisión... Volvio a escuchar el silbato del tren... con todo

el dolor de su corazón accionó la palanca...

Desesperado y totalmente dolido salió y le grito a los pasajeros:

"¡¡¡He sacrificado a mi hijo, para que ustedes vivan!!!"

Los pasajeros posiblemente ni siquiera lo escucharon, continuando su

camino.

Es necesario que el mundo sepa que Dios dio a su hijo para que nosotros

vivieramos, y escuchen el mensaje y no continuen de largo como los

pasajeros del tren que iban indiferentes a lo que había pasado.

Filemón Almaraz