Tomado de Vicente Galán. –Editorial Clie Ref.22.30.85-
Algunos entendidos dicen que si el «vulgo» (las personas no preparadas para ello) lee la Biblia y la interpreta libremente, se cometerán graves errores con las cosas de Dios, y se sostiene que la interpretación del Texto Sagrado corresponde al Papa de Roma o al magisterio de la Iglesia por él delegado para ello.
Cuando sostengo firmemente que la libre interpretación de la Biblia es necesaria, lo hago sobre la base de que la persona haya tenido una experiencia de conversión personal con Dios, que se haya convertido, que haya recibido el Santo Espíritu de Dios en su vida, pues para interpretar la Biblia hay que tener la experiencia de la salvación y la nueva vida en Cristo Jesús; no es cuestión de formación cultural, teológica o de inteligencia humana, sino de interpretarla con la ayuda del Espíritu Santo, como dice San Pablo: «... La espada del Espíritu Santo es la Palabra de Dios» (Efesios 6). El Espíritu de Dios y la Palabra siempre van unidos, es por eso que hay que recibir al Espíritu de Dios por la conversión; así entendemos la libre interpretación de la Biblia. Es verdad que cualquiera no puede interpretarla en su forma doctrinal, pero cualquier hijo de Dios sí puede hacerlo, pues él tiene luz en su corazón de parte de su Padre celestial.
Toda persona que no haya tenido la experiencia de la regeneración y quiera hacer teología con la Biblia será catastrófico, porque la Biblia no podemos manejarla correctamente desde una perspectiva intelectual y humana solamente, pues es un libro espiritual, la Palabra de Dios, por eso hay que interpretarla espiritualmente. Ver 1.a Corintios 2:13-14. «Por lo cual hablamos, no con las palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu Santo, acoplando lo espiritual a lo espiritual, por- que el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.»
Con la ayuda del Espíritu Santo, añado yo, de esta forma la Palabra de Dios se transforma en un alimento cotidiano de toda alma piadosa.
Entendemos perfectamente, sin lugar a dudas, que en toda Iglesia cristiana Dios levantará un magisterio genuino para enseñar la Biblia en forma correcta y disciplinada, a todos aquellos que por la obra del testimonio de la Iglesia se van añadiendo a la Asamblea del Señor; pero con toda seguridad estos «maestros» enseñarán la verdad íntegra de la doctrina cristiana; ver 2.3 Timoteo 2:15. «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad.»
Pero ellos no son el único canal para poder interpretar y comprender la Palabra de Dios, pues todo hombre puede leerla y aplicarla por fe a su propia vida particular, como alimento básico y vital para su alma y crecimiento espiritual. Ver Juan 14:23-26.
«Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a El y haremos morada con El.. El que no me ama, no guarda mi palabra, y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.»
Creo que es suficiente esto para entender que Dios desea que leamos y que interpretemos su Palabra con entera libertad.
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